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miércoles, 10 de agosto de 2011
educacion popular
Paulo Freire lo decía allá por los años sesenta que un docente cuando lucha por sus derechos también forma y educa. Es más, apelaba a salir de la lógica de la maestra tía en Brasil o la maestra Madre como es en Argentina. Las maestras y los maestros no son ni tíos ni tías, ni madres ni padres de los y las educandas. Son educadores y educadoras que forman y educan en un lugar y un tiempo determinado.
Paulo Freire estuvo en Chile. Partió de Brasil a Chile para trabajar en la Secretaria para la Reforma Agraria del gobierno de la Unidad Popular allá en el cierre de los años sesenta y principios del setenta. Setentistas denuncian algún@s a quienes ven las relaciones históricas con el presente vivo. Pero no es ser ni setentistas ni románticos. El proceso histórico de estos últimos días ha marcado un profundo cambio en las relaciones de poder de quienes creían ser intocables: los grandes empresarios y las bancas internacionales que multiplican los millones a base de dominio de las comunicaciones y la educación. La profunda concentración de la riquezas en unos pocas y unas pocas ha traído aparejado en nuestros países del sur momentos de transformaciones afincadas en un cambio de las políticas internacionales, asociadas estas a un volver a mirar al sur como una posibilidad y una manera de evitar la embestida de las crisis mundial. Si bien se han extendido los gobiernos populistas en muchos de los países latinoamericanos, en las bases de las comunidades se han construido tiempos de organización y de lucha que empujan a cambios estructurales de las relaciones de poder y, también, en la economía, en la cultura, las comunicaciones y, sobre todo, en la educación. La opresión junto a la dominación que ha ejercido el neoliberalismo en nuestros países ha traído consigo paradigmas extranjerizantes. Recolonizaciones a base de perpetuar el dominio de nuestros bienes comunes (lo que conocemos como recursos naturales). El avance de la complicidad entre universidades y multinacionales no es un caso excluyente el de Chile. Esas relaciones, que resultan en jugosos negocios, son materia corriente en nuestros sistemas educativos y de producción de conocimiento. Recordemos, sin irnos muy lejos, cuando CONICET había firmado un convenio marco con Monsanto (madre y padre de la soja transgénica y uno de los responsables de la expoliación sojera en todo el mundo). También, para sentirnos aun más cerca en términos de territorio: las relaciones de la Universidad Nacional de San Juan con la Barrick Gold (que no solo va por todo y por el oro, sino que entre sus socios activos cuenta a un tal George W. Bush). Los dueños del mundo son dueños del mundo pero por sobre todo de los centros de producción de conocimiento. En pleno conflicto por la 125 en Argentina (retenciones a las exportaciones de soja) Grobocopatel sentenciaba las bondades del monocultivo y de la megaminería, asociado al nuevo paradigma: la sociedad del conocimiento. Ahora, ¿quiénes son parte de esa sociedad del conocimiento? los ricos, los que tienen tiempo y dinero para estudiar. Medidas paliativas entorno a la economía hogareña han permitido crear una esperanza a partir del estudio. En cambio, el mismo educador popular Paulo Freire, decía que se nos alienta a creer que si estudiás tendrás un buen trabajo y saldrás de la situación de pobreza; a lo que denunció esa ilusión no hace más que redoblar la situación de opresión en la que vivimos. Freire concebía la urgencia de subvertir el orden entorno a la economía. Esa era la clave de todo cambio cultural y educativo. Cambiar las relaciones de poder y el sistema económico basado, según el pedagogo, en el fatalismo. Conocido como neoliberalismo y profetizado como la era del fatalismo apocalíptico. En esos términos la educación pasa a ser un objeto suntuario de demostración de status a la vez de inserción en el mundo del trabajo. La educación popular es una educación para tod@s, ni de un@s ni de otr@s. Ya en el siglo XIX José Martí decía que “Educación Popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son iguales”. Arde Chile. Arde Grecia. Arde España. Arde el Reino Unido. Arden los símbolos del neoliberalismo…
Paulo Freire estuvo en Chile. Partió de Brasil a Chile para trabajar en la Secretaria para la Reforma Agraria del gobierno de la Unidad Popular allá en el cierre de los años sesenta y principios del setenta. Setentistas denuncian algún@s a quienes ven las relaciones históricas con el presente vivo. Pero no es ser ni setentistas ni románticos. El proceso histórico de estos últimos días ha marcado un profundo cambio en las relaciones de poder de quienes creían ser intocables: los grandes empresarios y las bancas internacionales que multiplican los millones a base de dominio de las comunicaciones y la educación. La profunda concentración de la riquezas en unos pocas y unas pocas ha traído aparejado en nuestros países del sur momentos de transformaciones afincadas en un cambio de las políticas internacionales, asociadas estas a un volver a mirar al sur como una posibilidad y una manera de evitar la embestida de las crisis mundial. Si bien se han extendido los gobiernos populistas en muchos de los países latinoamericanos, en las bases de las comunidades se han construido tiempos de organización y de lucha que empujan a cambios estructurales de las relaciones de poder y, también, en la economía, en la cultura, las comunicaciones y, sobre todo, en la educación. La opresión junto a la dominación que ha ejercido el neoliberalismo en nuestros países ha traído consigo paradigmas extranjerizantes. Recolonizaciones a base de perpetuar el dominio de nuestros bienes comunes (lo que conocemos como recursos naturales). El avance de la complicidad entre universidades y multinacionales no es un caso excluyente el de Chile. Esas relaciones, que resultan en jugosos negocios, son materia corriente en nuestros sistemas educativos y de producción de conocimiento. Recordemos, sin irnos muy lejos, cuando CONICET había firmado un convenio marco con Monsanto (madre y padre de la soja transgénica y uno de los responsables de la expoliación sojera en todo el mundo). También, para sentirnos aun más cerca en términos de territorio: las relaciones de la Universidad Nacional de San Juan con la Barrick Gold (que no solo va por todo y por el oro, sino que entre sus socios activos cuenta a un tal George W. Bush). Los dueños del mundo son dueños del mundo pero por sobre todo de los centros de producción de conocimiento. En pleno conflicto por la 125 en Argentina (retenciones a las exportaciones de soja) Grobocopatel sentenciaba las bondades del monocultivo y de la megaminería, asociado al nuevo paradigma: la sociedad del conocimiento. Ahora, ¿quiénes son parte de esa sociedad del conocimiento? los ricos, los que tienen tiempo y dinero para estudiar. Medidas paliativas entorno a la economía hogareña han permitido crear una esperanza a partir del estudio. En cambio, el mismo educador popular Paulo Freire, decía que se nos alienta a creer que si estudiás tendrás un buen trabajo y saldrás de la situación de pobreza; a lo que denunció esa ilusión no hace más que redoblar la situación de opresión en la que vivimos. Freire concebía la urgencia de subvertir el orden entorno a la economía. Esa era la clave de todo cambio cultural y educativo. Cambiar las relaciones de poder y el sistema económico basado, según el pedagogo, en el fatalismo. Conocido como neoliberalismo y profetizado como la era del fatalismo apocalíptico. En esos términos la educación pasa a ser un objeto suntuario de demostración de status a la vez de inserción en el mundo del trabajo. La educación popular es una educación para tod@s, ni de un@s ni de otr@s. Ya en el siglo XIX José Martí decía que “Educación Popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas. Así como no hay ninguna razón para que el rico se eduque, y el pobre no, ¿qué razón hay para que se eduque el pobre, y no el rico? Todos son iguales”. Arde Chile. Arde Grecia. Arde España. Arde el Reino Unido. Arden los símbolos del neoliberalismo…
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